sábado, 31 de julio de 2010

Una aventura en los Cayos Perla

La recién pasada Semana Santa tomé la determinación de romper con la rutina y aventurarme a conocer nuestra otra mitad: el Atlántico. Una pedacito de nuestra geografía colmado de bellezas, colorido y sobre toda las cosas paz. Con un grupo de 16 amigos de Bluefields nos enrumbamos a uno de los Cayos Perla (Crawl Key). Llevamos justo lo necesario y sabíamos que el verdadero encanto de ese inexplorado rincón del Atlántico es que no hay luz, ni comodidades ni nada que nos recuerde unas vacaciones convencionales. Esa magia de estar desconectados de la tecnología, con los celelulares sin señal, sin luz, bebiendo agua de pozo y durmiendo en hamacas fue lo que hizo encantadora la estadía. Los hombres del grupo pescaron unos infímos pececillos que pusimos a asar en la noche y alrededor de una fogata comimos los frutos del mar y conversamos largo y tendido, cobijados por la oscuridad de la noche, el intenso olor a salitre y una brisa deliciosa que sólo en esos lugares podés encontrar. Ni un zancudo apareció. Dormimos plácidamente y a la vuelta regresamos satisfechos de ese momento en el que nos desconectamos del mundanal ruido y nos reencontramos con nuestra fiel amiga: la naturaleza.



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