La juventud no tiene donde reclinar la cabeza. Su pecho es como el mar. Como el mar que no duerme ni de día ni de noche
Carlos Martínez Rivas (1924-1998)
Son muchos los que señalan que no hay entre los jóvenes contemporáneos ni un atisbo de voluntad de cambiar el status quo y darle un vuelco a este mundo tan mal enrumbado y desesperanzado. Estas voces fatalistas tienen un peso abrumador en el imaginario colectivo pero no reflejan con atino lo que los jóvenes de hoy en día están viviendo.
La mayoría evoca con nostalgia antiguas generaciones de jóvenes, en especial aquellos que en los años 60 y 70 tuvieron la oportunidad de ser artífices de radicales cambios políticos, culturales y sociales en todo el mundo y muy en especial en nuestra convulsionada América Latina. Y al evocar esas luchas pasadas, inmediatamente se contraponen con las tendencias de esta generación de jóvenes a los que se les tilda sin miramientos de apáticos, desarticulados, apolíticos y marcados por un consumismo ilimitado y un hedonismo sin par.
Los juicios son aún más sentenciosos y lapidarios en un país como Nicaragua, en el que la juventud tuvo un papel decisivo en el derrocamiento del régimen somocista en 1979 y vivió intensamente la aventura revolucionaria, la que por un poco más de una década, hizo que muchos jóvenes volcaran sus anhelos, fuerzas y creatividad en lo que se creía era el surgimiento de un nuevo proyecto de Nación.
Vale la pena, ante este panorama desalentador para muchos echar una mirada a qué está pasando con nuestra juventud, en qué están invirtiendo sus energías, en qué cifran sus esperanzas, cómo se están manifestando política y culturalmente, en definitiva, cómo se las están ingeniando como generación para dejar una huella distintiva de su paso por este mundo.
Y para encontrar estas respuestas y tratar de rastrear por dónde andan los jóvenes hay que afinar bien la vista pues se manifiestan a través de actos pequeños, de movimientos organizativos incipientes, de redes que apoyan causas ecológicas, de voluntariado, de expresiones musicales y artísticas que pugnan por encontrar una identidad propia en medio de tanta transculturización. .
Son cambios que se gestan casi silenciosamente pero que vale la observar porque son estos jóvenes, que de acuerdo a la Ventana de Juventud, Empleo y Migración del Programa de Naciones Unidas, representan más del 72% de los 5,5 millones de habitantes del país, los que construyen a diario esa amalgama de proyectos, sentires, saberes y sueños que van dibujando nuestra nicaraguanidad.
Y dibujan esta nuestra identidad de nación con estrategias que distan mucho de lo que hicieron las generaciones que los antecedieron. Atrás quedaron las trincheras, el compromiso militante. De acuerdo a Sergio Balardini, Coordinador del Proyecto Juventud de la FLACSO(Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales)”lo que antes era visto como un espacio de sacrificio, utopías y disciplina se percibe hoy como un lugar de diálogo cara a cara y una posibilidad de obtener resultados concretos, donde entran también el juego y la diversión.”
Y el autor continua señalando con acierto: “No es que los jóvenes se guarden en una apatía desinteresada y sin respuestas: en su nueva sensibilidad, las motivaciones, los lugares y las instancias de participación responden cada vez menos a los canales tradicionales.”
Y lejos de esos canales tradicionales que podrían ser los partidos políticos, que están en total descredito en nuestro país, los jóvenes dejan oír sus voces de formas más creativas y más asociadas a lo lúdico. Se hace evidente un mayor entrelazamiento, como señala este mismo autor, entre lo “ético y lo estético”.
En Nicaragua este juego de lo ético con lo estético se ha hecho palpable en creativas protestas juveniles como lanzar cabezas de cerdo en las instalaciones del Partido Liberal para simbolizar “las chanchadas” del pacto libero-sandinista o el intento de otros jóvenes de amarrarse a los rótulos de la propaganda presidencial para rechazar una campaña que consideran “narcisista e innecesaria”. O marchas pacíficas que rompen con la cultura tradicionalmente confrontativa del país.
Llámense Movimiento Puente, Movimiento No, Juventud Democrática Nicaragüense o Movimiento Gueguense, todos tienen en común que aunque sean pocos sus integrantes están ingeniándoselas para transgredir y sacudir con su irreverencia y su juego a una clase política en total obsolescencia.
Y se valen, como signo inequívoco de estos tiempos en los que imperan las tecnologías, de las bondades del internet para convocar a sus pares, hacer pronunciamientos, manifestar sus inquietudes vitales. Es así como se puede inscribir dentro de este fenómeno de rebeldía y participación el pasmoso auge de los blogs en los que los jóvenes discuten desde temas triviales de cine y farándula hasta problemas contemporáneos medulares.
El internet como herramienta es un campo de batalla, de intercambio de ideas y de surgimiento de nuevos paradigmas. El antropólogo argentino-mexicano Néstor García Canclini, en una entrevista brindada a la Revista Nueva Sociedad sostiene que la rebeldía de la juventud se manifiesta de manera casi imperceptible:” lo que ocurre en la escritura de los jóvenes, los chateos, los correos electrónicos sin puntuación, sin mayúsculas, con palabras muy condensadas y abreviadas; una escritura que transgrede violentamente todo orden gramatical y a veces también comunicacional, porque en ocasiones busca el hermetismo, como en especial lo hace el grafiti desde mucho antes. Pero el grafiti era más marginal y minoritario. La transgresión lingüística en internet está extendida a todas las clases sociales y aparece como un rasgo de diferenciación generacional”
Y las transgresiones y rupturas con los paradigmas ortodoxos son obvias desde varios frentes en nuestro país. Los jóvenes están ejerciendo su ciudadanía y pujando por cambiar su entorno a través del Movimiento Rock Nica Ecológico que trabaja haciendo jornadas educativas y de limpieza ambiental lideradas por jóvenes músicos quienes, en medio de risas y diversión, han logrado motivar a otros jóvenes a involucrarse en intensivas labores de limpieza a bellezas naturales como la Laguna de Xiloá que de lo contrario estaría en el olvido.
Su espíritu solidario se hace sentir a través de, la iniciativa “Un Techo para mi país”, que bajo el lema “Nuestra protesta es nuestro trabajo”, ha convocado a jóvenes de distintos estratos sociales a volcarse al voluntariado construyendo casas de madera en barrios marginales.
Y como estas experiencias, abundan pequeñas iniciativas comunitarias, algunas promovidas por organizaciones que trabajan el tema de desarrollo y han logrado empoderar a jóvenes de áreas rurales. Sin publicarlo o mercadearlo, muchos jóvenes nicas desde sus pequeños espacios locales están gestando lo que todos los demás aspiran: cambiar este mundo marcado por la inequidad y el individualismo. Sin duda alguna estos jóvenes eclipsan con contundencia a esas voces fatalistas que perdieron la fe en la juventud de hoy.
Carlos Martínez Rivas (1924-1998)
Son muchos los que señalan que no hay entre los jóvenes contemporáneos ni un atisbo de voluntad de cambiar el status quo y darle un vuelco a este mundo tan mal enrumbado y desesperanzado. Estas voces fatalistas tienen un peso abrumador en el imaginario colectivo pero no reflejan con atino lo que los jóvenes de hoy en día están viviendo.
La mayoría evoca con nostalgia antiguas generaciones de jóvenes, en especial aquellos que en los años 60 y 70 tuvieron la oportunidad de ser artífices de radicales cambios políticos, culturales y sociales en todo el mundo y muy en especial en nuestra convulsionada América Latina. Y al evocar esas luchas pasadas, inmediatamente se contraponen con las tendencias de esta generación de jóvenes a los que se les tilda sin miramientos de apáticos, desarticulados, apolíticos y marcados por un consumismo ilimitado y un hedonismo sin par.
Los juicios son aún más sentenciosos y lapidarios en un país como Nicaragua, en el que la juventud tuvo un papel decisivo en el derrocamiento del régimen somocista en 1979 y vivió intensamente la aventura revolucionaria, la que por un poco más de una década, hizo que muchos jóvenes volcaran sus anhelos, fuerzas y creatividad en lo que se creía era el surgimiento de un nuevo proyecto de Nación.
Vale la pena, ante este panorama desalentador para muchos echar una mirada a qué está pasando con nuestra juventud, en qué están invirtiendo sus energías, en qué cifran sus esperanzas, cómo se están manifestando política y culturalmente, en definitiva, cómo se las están ingeniando como generación para dejar una huella distintiva de su paso por este mundo.
Y para encontrar estas respuestas y tratar de rastrear por dónde andan los jóvenes hay que afinar bien la vista pues se manifiestan a través de actos pequeños, de movimientos organizativos incipientes, de redes que apoyan causas ecológicas, de voluntariado, de expresiones musicales y artísticas que pugnan por encontrar una identidad propia en medio de tanta transculturización. .
Son cambios que se gestan casi silenciosamente pero que vale la observar porque son estos jóvenes, que de acuerdo a la Ventana de Juventud, Empleo y Migración del Programa de Naciones Unidas, representan más del 72% de los 5,5 millones de habitantes del país, los que construyen a diario esa amalgama de proyectos, sentires, saberes y sueños que van dibujando nuestra nicaraguanidad.
Y dibujan esta nuestra identidad de nación con estrategias que distan mucho de lo que hicieron las generaciones que los antecedieron. Atrás quedaron las trincheras, el compromiso militante. De acuerdo a Sergio Balardini, Coordinador del Proyecto Juventud de la FLACSO(Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales)”lo que antes era visto como un espacio de sacrificio, utopías y disciplina se percibe hoy como un lugar de diálogo cara a cara y una posibilidad de obtener resultados concretos, donde entran también el juego y la diversión.”
Y el autor continua señalando con acierto: “No es que los jóvenes se guarden en una apatía desinteresada y sin respuestas: en su nueva sensibilidad, las motivaciones, los lugares y las instancias de participación responden cada vez menos a los canales tradicionales.”
Y lejos de esos canales tradicionales que podrían ser los partidos políticos, que están en total descredito en nuestro país, los jóvenes dejan oír sus voces de formas más creativas y más asociadas a lo lúdico. Se hace evidente un mayor entrelazamiento, como señala este mismo autor, entre lo “ético y lo estético”.
En Nicaragua este juego de lo ético con lo estético se ha hecho palpable en creativas protestas juveniles como lanzar cabezas de cerdo en las instalaciones del Partido Liberal para simbolizar “las chanchadas” del pacto libero-sandinista o el intento de otros jóvenes de amarrarse a los rótulos de la propaganda presidencial para rechazar una campaña que consideran “narcisista e innecesaria”. O marchas pacíficas que rompen con la cultura tradicionalmente confrontativa del país.
Llámense Movimiento Puente, Movimiento No, Juventud Democrática Nicaragüense o Movimiento Gueguense, todos tienen en común que aunque sean pocos sus integrantes están ingeniándoselas para transgredir y sacudir con su irreverencia y su juego a una clase política en total obsolescencia.
Y se valen, como signo inequívoco de estos tiempos en los que imperan las tecnologías, de las bondades del internet para convocar a sus pares, hacer pronunciamientos, manifestar sus inquietudes vitales. Es así como se puede inscribir dentro de este fenómeno de rebeldía y participación el pasmoso auge de los blogs en los que los jóvenes discuten desde temas triviales de cine y farándula hasta problemas contemporáneos medulares.
El internet como herramienta es un campo de batalla, de intercambio de ideas y de surgimiento de nuevos paradigmas. El antropólogo argentino-mexicano Néstor García Canclini, en una entrevista brindada a la Revista Nueva Sociedad sostiene que la rebeldía de la juventud se manifiesta de manera casi imperceptible:” lo que ocurre en la escritura de los jóvenes, los chateos, los correos electrónicos sin puntuación, sin mayúsculas, con palabras muy condensadas y abreviadas; una escritura que transgrede violentamente todo orden gramatical y a veces también comunicacional, porque en ocasiones busca el hermetismo, como en especial lo hace el grafiti desde mucho antes. Pero el grafiti era más marginal y minoritario. La transgresión lingüística en internet está extendida a todas las clases sociales y aparece como un rasgo de diferenciación generacional”
Y las transgresiones y rupturas con los paradigmas ortodoxos son obvias desde varios frentes en nuestro país. Los jóvenes están ejerciendo su ciudadanía y pujando por cambiar su entorno a través del Movimiento Rock Nica Ecológico que trabaja haciendo jornadas educativas y de limpieza ambiental lideradas por jóvenes músicos quienes, en medio de risas y diversión, han logrado motivar a otros jóvenes a involucrarse en intensivas labores de limpieza a bellezas naturales como la Laguna de Xiloá que de lo contrario estaría en el olvido.
Su espíritu solidario se hace sentir a través de, la iniciativa “Un Techo para mi país”, que bajo el lema “Nuestra protesta es nuestro trabajo”, ha convocado a jóvenes de distintos estratos sociales a volcarse al voluntariado construyendo casas de madera en barrios marginales.
Y como estas experiencias, abundan pequeñas iniciativas comunitarias, algunas promovidas por organizaciones que trabajan el tema de desarrollo y han logrado empoderar a jóvenes de áreas rurales. Sin publicarlo o mercadearlo, muchos jóvenes nicas desde sus pequeños espacios locales están gestando lo que todos los demás aspiran: cambiar este mundo marcado por la inequidad y el individualismo. Sin duda alguna estos jóvenes eclipsan con contundencia a esas voces fatalistas que perdieron la fe en la juventud de hoy.
Querida Cuñis: Me encanta cómo abordás los nuevos frentes de lucha de la juventud de nuestros tiempos. A mi personalmente me ha tocado ver cómo uno de mis hermanos en conjunto con sus amigos, se han envuelto y comprometido con la lucha de "Un techo para mi país". Y la lucha de ellos consiste en darle un techo digno a nuestro pueblo empobrecido. Pero no se trata de "regalarles este techo", sino de darles las herramientas y enseñarles a construir este techo. Honestamente considero que es un trabajo noble lo que están haciendo, al cambiar sus "ociosas" vacaciones de la universidad por días de trabajo al lado de los más necesitados.
ResponderEliminar