lunes, 2 de agosto de 2010

Una niñez robada



Crimen organizado de proporciones globales, ganancias que se cuentan por billones anualmente, tercer lugar en el ranking mundial después del comercio ilegal de drogas y de armas. La trata de personas, según la OIT, sólo en el 2005, dejó 31.6 billones de dólares está revestida de un hálito de lejanía.
Pocos se detienen a pensar que en su barrio, a pocas cuadras de su casa, en este instante mismo, una niña puede estar siendo secuestrada para ser esclavizada. Pueda que quizá no salga del país, ni siquiera de la ciudad, pero el calvario, lejos de ser menor, se duplica.
Este es el caso de Lupe, hoy de 16 años. A los 13 estuvo cautiva en Managua, la ciudad donde residía. No traspasó las fronteras de Nicaragua. No se trataba de una red intrincada de delincuentes. Fue secuestrada un 27 de diciembre del año 2007, a tres cuadras de su casa, cuando se dirigía a comprar un “remedio para el azúcar” de su abuela de 60 años en el Mercado Roger Deshon, en San Judas.

Fue llevada al Barrio Acahualinca, en el puro corazón de la Chureca, por una pareja que la interceptó en la calle y la obligó a abordar un carro blanco vidrios polarizados.
Nunca se supo la relación entre esta pareja que Lupe dice no recordar con precisión y Marlene de los Ángeles Barquero Vallecillo, de 30 años, la mujer que la mantuvo cautiva por 2 meses y la explotó laboral y sexualmente. Sólo se sabe que esa misteriosa pareja la secuestró y la dejó como “un paquete” en la casa de Marlene.

Lupe fue buscada por cielo y tierra. Su padre, un hombre de 45 años que trabaja como celador en una empresa Arenera, interpuso la denuncia en el Distrito III de la Policía a la semana. Fue declarada como desaparecida. Nadie se imaginaba, ni remotamente, que Lupe estaba en esa casa de ripios, en ese maloliente lugar, víctima de los peores maltratos.
Celina Obando, es una psicóloga infantil que trabaja para un organismo llamado “Casa de las Niñas”, que brinda atención integral a niñas víctimas de explotación sexual comercial. Ella atendió a Lupe una vez que pudo escapar del cautiverio. “Lupe fue remitida por la Comisaría de la Mujer, donde su papá la acompañó a interponer la denuncia. Era impresionante ver el nivel de ansiedad, los trastornos alimenticios y de sueño que traía y un síndrome de stress post-traumático severo”, recuerda Obando.
Y su estado anímico era esperable. Lupe, en el informe psicológico presentado por la Comisaría de la Mujer, relata: “Cuando me dejaron en la casa de Marlene me amenazó que si me quería escapar me iba a echar a seis perros que tenía en el patio amarrados. Me puse nerviosa y empecé a llorar. Lloré y lloré y como en la noche no me podía dormir puso una tijera y alrededor de ella puso 4 vasos de pega de los de Café Presto. Eso me mantenía mareada todo el tiempo y miraba que la casa me daba vueltas y me quedaba dormida. Al día siguiente me levantaba con ganas de vomitar y vomitaba la comida, todos los días vomitaba”.
Lupe era obligada a lavar, planchar, cocinar para los tres hijos de Marlene y a rajar los plásticos que la familia recogía en la Chureca. Terminaba los días extenuada. Al cuarto día de estar ahí, Marlene la llevó a la casa de Omar López Acuña, un hombre de 31 años que vivía cerca de la casa. Fue la primera vez que fue violada. Por ser virgen Marlene recibió una jugosa paga: 100 córdobas. Después, cada día, tras finalizar sus labores, la llevaba a casa de Omar quien por 50 córdobas podía violarla despiadadamente.
Ante las preguntas insistentes de Gerardo Arteaga, una pareja de Marlene que llegaba ocasionalmente, sobre la razón de la permanencia de Lupe en la casa, Marlene siempre argumentaba que “estaba haciéndole un favor al tenerla ahí pues en su familia la maltrataban”. Lo mismo le dijo a la vecina de enfrente que intrigada preguntaba.
Aunque Lupe no hablaba y se encontraba amedrentada, la mentira no pudo sostenerse por mucho tiempo. Después de muchas insistencias terminó confesando lo que estaba sucediendo a la pareja de Marlene y éste se compadeció y le dio 20 pesos para que tomara la 112 y se bajara en San Judas. Haber podido escapar con vida del cautiverio no era una victoria rotunda. El largo camino de la recuperación emocional y el juicio apenas empezaba.
Scarleth Solórzano es la abogada que por 6 meses llevó el caso de Lupe: “Al principio una de las principales motivaciones de Lupe para seguir viviendo era un fuerte deseo de ver a esa pareja tras las rejas. Fue fácil que el Juez dispusiera una prisión preventiva para ambos, acusada ella de corrupción de menores y él de violación pero lo que nos mató fue el antiguo Código Penal que requería que se conformaran Jurados de Conciencia. Fuimos un total de 10 veces y no se lograba el quórum de al menos 6 jurados de conciencia”, cuenta con frustración la abogada.
Cada visita a los juzgados era una experiencia traumática, reabría la herida de Lupe, quien tenía que volver a ver a sus abusadores y lidiar con un abogado defensor que la intimidaba con un “vocerrón”. “Le pedimos al juez que citara a más personas y mandaba más citas, creo que llegaron a mandar 300 citas pero la gente no llega, no les gusta, simplemente mandan una constancia de que están enfermos y como aquí no se aplica la ley de multas ni nada por la gente que no llega nunca logramos contar con el jurado y venció el término y en la cara de la chavala fueron puestos en libertad. Ese día ella se desmoronó y la familia dijo que no quería seguir el juicio”
El Sub Comisionado Felipe Ruiz Mercado, Jefe del Departamento de Delitos Especiales de la Policía Nacional, que se encarga de darle seguimiento al delito de trata de personas en nuestro país admite que nunca se tendrán cifras precisas de la cantidad de niñas y niños que son víctimas de trata interna y externa.
Sin embargo, señala, que al menos las estadísticas del año pasado apuntan que pudieron intervenir en 19 casos en los que las edades de las víctimas oscilaban entre 8 a 12, de 17 a 19 y de 19 a 24. “Todos los casos los hemos pasado al Ministerio Público, hay casos en los que los implicados están condenados, otros en proceso, otros pendientes de juicios pero siento que aún falta sensibilizar a los que imparten justicia en nuestro país sobre lo traumático que es un caso de trata, cómo impacta negativamente la vida de los niños y niñas”, afirma.
A pesar de que hay mucho camino por recorrer en el manejo de los casos de trata ha habido ciertos avances significativos en materia jurídica con el nuevo Código Penal que entró en vigencia a partir de julio 2008.
Tras siete años de discusión en la Asamblea Nacional y mucho trabajo de las organizaciones de mujeres y resto de la sociedad civil, se reformó el Código Penal. “Ahora los juicios por delitos sexuales no son vistos por jurados de conciencia, sino por jueces técnicos que se supone están capacitados en el tema. De esta manera se evita que el agresor quede en libertad”, afirma María Elena Domínguez, abogada del Centro de Mujeres ISNIN de Managua.

El artículo 566 del Código Penal estipula que “Se realizarán con juez técnico los juicios por delitos de violencia doméstica o intrafamiliar, abigeato, secuestro extorsivo y crimen organizado”. Si esta disposición hubiera estado en vigencia Lupe se hubiera ahorrado meses de sufrimiento.

María Isabel Blanco, Directora de la Casa de las Niñas, reconoce que en el caso de Lupe el desenlace no fue exitoso. “Después de que salió de la terapia en Casa de las Niñas, donde estuvo internada por 4 meses, siguió viniendo de manera ambulatoria pero nosotros como institución no teníamos la capacidad de asegurar que sus redes de apoyo familiar fueran lo suficientemente fuertes como para que ella retomara su vida con normalidad. Ella, de una manera u otra, era señalada como culpable de todo lo que había vivido, era criticada en las calles como que ella se lo había buscado”, afirma.
Y el dedo culpabilizador, y la falta de referentes afectivos la dejó vulnerable y expuesta a las llamadas constantes de Omar, su abusador. El poder de sugestión del abusador que la llamaba para decirle que “ella yo no valía nada porque ya no era virgen”, “que en su familia no la querían” fue haciendo mella en ella, hasta que en un arrebato, decidió regresar con él.
Hoy, después de tres años, producto de una decisión incomprensible para muchos, Lupe vive en la Chureca con Omar, en ese mismo lugar donde fue sometida, violada y explotada. Con él, el hombre que la violó en repetidas ocasiones, procreó una niña que nació en noviembre pasado. Sin duda, de un tajo, su niñez fue robada.

1 comentario:

  1. Marcia
    Es una historia impresionante, aterradora, profundamente triste.
    Gracias por contarla y por denunciar. No podemos ser indiferentes.
    Renata

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