martes, 3 de agosto de 2010

La magia de la Gigantona


Son las 3 y media de la tarde. En la casa de Don Alberto González, un hombre de pequeña estatura y contextura delgada, hay un gran ajetreo: todo el mundo corre de un lado a otro, se practican de último momento algunas coplas y con premura empiezan a poner sobre sus cuerpos las estructuras de madera recubiertas de coloridos ropajes. Es la hora de que comience el show, de recorrer las polvorientas calles del barrio con una de las tradiciones culturales nicaragüenses más vibrantes y coloridas de la Costa Pacífica: La Gigantona.

Las niñas y niños dejan por un momento de ver sus programas favoritos de televisión, para darle paso a la Gigantona, una mujer de títere gigante de unos 3 metros de alto, vestida con las mejores galas y adornada con toda suerte de accesorios: grandes aretes, pulseras de intensos colores y su respectivo sombrero que le confiere un aire de elegancia. Esta gran “muñecota”, se mueve presurosa al ritmo del redoble y el bombo, y siempre sale acompañada por “el enano cabezón”, que es otro títere de muy pequeña estatura y el fantoche que es un poco más alto. Su contagioso baile sólo se detiene cuando los músicos que la acompañan dicen sus coplas, cargadas de un espíritu satírico y llenas de ingenio.

“Yo siempre he sabido que para la conquista las españolas venían todas adornadas, bien vestidas y nos marginaban por ser indígenas. Por eso se creó el Baile de la Gigantona porque los indios aprovechaban para salir a las calles con la Gigantona y el enano cabezón que nos representa a nosotros pues aunque es chaparro y parezca débil tiene una gran cabeza porque somos astutos. Y ahí en medio del baile aprovechaban para decir coplas en las que se burlaban de la autoridad”, nos cuenta con gran propiedad Don Alberto quien junto a toda su familia tiene ya 14 años de construir gigantonas y sacarlas a bailar por los barrios vecinos.

“De esto no se vive. Uno sale a la calle y a veces nadie te para porque el bolsillo de la gente no está para pagarle a sus niños un ratito de entretenimiento sano con la gigantona. Nosotros cobramos 50 córdobas( alrededor de 2.50 us) por seis coplas y a veces después de una tarde bien asoleada sólo me da para medio pagarle a mis acompañantes.”, continúa Don Alberto quien desde que comenzó en esta su labor por rescatar esta tradición cultural ha involucrado a sus hijos que hoy ya tienen 18, 21 y 25 años. El que más se ha interesado por este oficio es su hijo Celestino que hoy ya tiene 21.

“Siempre he sido inquieto con las manos y muy creativo. Sólo de ver a mi papá hacer las gigantonas fui aprendiendo y ahora yo le echo la mano en su trabajo. Además me encanta bailarla, aunque sé que a veces cansa porque es una estructura pesada pero cuando yo entro en calor y bailo al ritmo de los redobles la siento livianita porque me hace feliz ver a los niños contentos”, explica Celestino mientras empuña su fino pincel para delinear las cejas de una gigantona que están ahora construyendo.

Según Don Alberto, sus gigantonas son especiales porque él las elabora agregándoles resina y fibra de vidrio, dos químicos que él siente que lo afectan. “La fibra de vidrio suelta una pelusa que cuando uno está atareado ni la siente pero en la noche me da una gran picazón, pero no me importa porque yo hago mi trabajo con cariño para que nunca muera la tradición”, dice Don Alberto quien ha descubierto que es más rentable para él vender sus gigantonas por las que le pueden llegar a pagar hasta 200 dólares que salir a las calles donde de paso arriesga su vida por las múltiples pandillas que pueblan la zona.

Las coplas que se dicen son chispeantes y de creación colectiva. “Al principio cuesta que a uno todo le rime pero ya con la experiencia se aprende hasta a improvisar en las calles.”, dice Celestino quien nos cuenta que hay coplas “rebanonas” (picantes), de coquetería, de burla hacia los políticos corruptos y educativas que las hacen cuando pasan cerca de niñas y niños. Ya en más confianza Celestino decidió compartir con nosotros algunas de sus coplas, especialmente creadas para las niñas y niños:
“Somos los gigantoneros, los que traemos la tradición para que todos los niños tengan libertad de expresión”.
“Baila, mi dama baila, con toda tranquilidad para que todos los niños tengan felicidad”
“Baila, enano baila, y brinca como resorte para que todos los niños participen en el deporte”.

1 comentario:

  1. Muy bonita la reseña aqui hay un video para los que no saben de que se trata http://www.youtube.com/watch?v=sSejWJJ4KCY&feature=related

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